Podría pensarse que es fácil darse cuenta, todas y todos reconocemos una mala relación de pareja en los demás, incluso nos aventuramos a sugerirles que lo dejaran; pero tratándose de una misma, o uno mismo, la cosa cambia.
Es inevitable que, cuando se establece una relación de pareja, sucedan en el tiempo conflictos o dificultades, consecuencia de la interacción entre dos personas únicas y diferentes, con distintas formas de interpretar y de afrontar las situaciones. Pero hay relaciones de pareja caracterizadas por una profunda insatisfacción y un frecuente estado de ánimo bajo o incluso temor.
El problema estriba en diferenciar si esa situación responde a las dificultades normales, o bien estamos hablando de una relación tóxica de pareja.
En las relaciones afectivas, sobre todo en las etapas iniciales, perdemos cierta perspectiva, lo que nos lleva a interpretar vivencias y circunstancias del modo en el que necesitamos hacerlo, y esto es, a favor de la intensa emoción que estamos sintiendo. ¡Nada va a oscurecer este brillante momento!
Por ejemplo, nuestras interpretaciones nos llevan a pensar que la otra persona “es perfecta”, lo que es altamente improbable (ya sabéis que la perfección no existe), o tendemos a justificar algunas actitudes, que no se sostendrán más adelante.
¡NO. NO VA A CAMBIAR. HAGAS LO QUE HAGAS, NUNCA CAMBIARÁ. SU COMPORTAMIENTO ES ABUSO EMOCIONAL Y VIOLENCIA PSICOLÓGICA. NO LE INTERESA CAMBIAR!